Italia. Qué voy a decir sobre Italia ... una cita postergada tantos años. Empecemos por alguna parte. Conocí, desde chico, italianos - cientos. Con los años me enteré de las diferencias que cultivan entre los del norte y los del sur, supe de los dialectos y tantas otras particularidades, pero por años para mi eran todos italianos (tanos). Y conocí realmente muchos. En mi infancia, gran parte de mis vecinos pertenecía a la última inmigración importante, la que se produjo después de la segunda guerra mundial, y muchos amigos míos eran hijos de esos inmigrantes.
Los tanos siempre me parecieron - nos parecieron - gritones, exageradamente ampulosos, exhuberantes, a veces algo ridículos. Mostraban costumbres, claro, distintas, y reflejaban la experiencia de gente que vivió años escapando a la miseria. Tenían devoción por la quinta en el fondo de la casa, con su albahaca, sus tomates y su olivo que, en general, sólo usaban para llevar un ramito a la iglesia en el domingo de Ramos. La larga mesa familiar, las pastas y el vino eran objeto de culto.
Hace tres días que volví de Italia, luego de un viaje de dos semanas con Raúl. La experiencia me sirvió para descubrir una verdad; los italianos fuera de Italia, son como leones en la jaula: tienen algo de patético y algo de ridículo. Pero así como el león, parado en la llanura africana, surge como el rey y dominador, un italiano en Italia se nos revela tal cual es. Y todo lo que parecía ridículo en él, cuando lo veíamos fuera de su tierra, en su "paese" toma un carácter distinto y lo muestra tal como es.
En Italia visitamos a los parientes de Raul que viven en Sorrento - que es mucho decir. Allí, sentado a la larga mesa en la que se encontraban tres generaciones, desde el nono octogenario hasta el nieto recién salido de la adolescencia, disfrutando la pasta "al dente" de la mamma, con la salsa preparada, cómo no, con los tomates y pepperoni que ella misma cultiva en su "giardino" y con el aceite casero de sus propios olivos; saboreando una copa de vino blanco y rematando el opíparo almuerzo con unas deliciosas sfogliatellas y la pastiera, hechas en casa; todo esto, mirando por la ventana el panorama de la isla de Capri y la bahía de Nápoles, ahí, en ese momento, todos los tanos que había conocido se me revelaron de golpe, como si los viera por primera vez pero, ahora sí, abarcándolos como realmente son.
¿Cómo no van a ser ampulosos y exhuberantes si crecieron viendo ese mar verdeazul y esas colinas con olivos y viñedos? Cada vuelta de un camino muestra una pared hecha de piedra hace doscientos o trescientos años. Los pueblos tienen tanta historia, y no sólo la historia con mayúscula (por esta ruta que recorremos hoy en auto, llegaban a Roma los generales vencedores...), sino la otra, la íntima; todos saben que en la iglesia del pueblo se casaron, y bautizaron, sus padres, abuelos, bisabuelos y más atrás ... saben que sus antepasados recorrieron los mismos senderos, durante siglos; y que esos olivos han provisto de aceite a generaciones de la familia.
Italia es un plato para saborear despacio, y para repetir. Tengo con ella una cita que no puedo esquivar...
My first reflex is to write in French, my native language, but it would be impolite.
ResponderEliminarI give you my first impression in English, and then I would try in Spanish !
The sienna color is so beautiful ! I love the layout of your blog, both sober and elegant.
Now I take my time to read and then comment in Spanish... "may the Force be with me" (Yoda mode) !!