lunes, 14 de mayo de 2018

Si Mahoma no va a la montaña ...

... que no vaya. La montaña no va a ir a Mahoma porque las montañas no caminan.

Recientemente una amiga publicó en Facebook la impresión que le produjo cruzarse con un matrimonio musulmán en el que la mujer iba cubierta de pies a cabeza. Este espectáculo que tanto llama la atención en la Argentina, es cosa de todos los días en Europa.

El post de mi amiga cosechó varias respuestas, algunas de las cuales destilan buenismo por todos los poros e invitan a respetar las diferencias, quiénes somos nosotros para decir cómo deben vivir los demás, etc.

Creo que todos los que me siguen en Facebook tienen en claro que no siento mucha simpatía por los musulmanes.  En realidad no siento mucha simpatía por la gente religiosa; menos aún por aquella gente a la que su religión la coloca en conflicto con lo que hay de humano en nosotros (por ejemplo: Testigo de Jehová que no permite hacerle una transfusión de sangre a su hijo) y menos que menos simpatizo con aquellos que además quieren imponer su religión al resto de la sociedad.  Aclaro también que hay gente que sin ser especialmente creyente tiene en cambio una actitud igualmente religiosa respecto de sus opiniones (ambientalistas y feministas, por dar sólo dos ejemplos, pero hay más).

Los que somos parte de ese grupo que se define difusamente como "civilización occidental" tenemos sobre nosotros la historia, y en cierta forma la herencia, de la Iglesia Católica, de su dominio de la sociedad con mano de hierro y de sus prácticas represivas; historia y herencia que pesan sobre todos, aún sobre los que no se reconocen como católicos ni como creyentes.  Durante largos siglos la sociedad europea vivió en lo que se conocía como "Cristiandad", una unión indestructible entre la Iglesia y el Rey, el duque o el emperador, en la que se suponía que los miembros de la sociedad eran, o debían ser, todos cristianos (mal la pasaban los judíos...) y que la Iglesia dictaba las normas sociales de comportamiento. Esas prácticas de la Iglesia Católica han quedado en el pasado, pero no sabemos con certeza si se debe a que la Iglesia cambió (yo no lo creo) o sólo a que ha perdido el poder que tenía en su momento, y no sabemos qué pasaría si la Iglesia recuperara el poder que supo tener, digamos, en el siglo XV (ojalá no pase).  Al fin y al cabo no hace tanto, sólo 40 años, durante el último gobierno militar de Argentina, durante la Semana Santa las radios no podían emitir otra cosa que no fuera lo que se conoce como "música sacra". Es llamativa la insistencia de la Iglesia (al menos del clero) en luchar por sostener su pedazo de poder; los simpáticos sacerdotes del tipo del Papa Francisco tal vez estén apostando a que el mundo del futuro será gobernado por el socialismo, y buscando alguna forma de convivencia con los nuevos jefes que les asegure un lugarcito al sol del poder.

Pero si bien la Inquisición está archivada como una de las páginas negras de nuestra civilización occidental, en los países musulmanes ese tipo de prácticas está vigente y al día. En Pakistán, por ejemplo, quien deje de ser musulmán para convertirse en cristiano o declararse ateo recibe la pena de muerte.

Sabemos que el agrupamiento de libros conocido como "La Biblia" contiene, para los cristianos, dos partes; el llamado "Antiguo Testamento" con los libros religiosos de la tradición judía, y el "Nuevo Testamento" con los hechos y enseñanzas de Jesús y sus seguidores.  Para los católicos el Nuevo Testamento tiene una relevancia mucho mayor que el Antiguo Testamento, al que conservan simplemente como testimonio de la tradición religiosa del pueblo. Salvo un dicho de Jesús de ambigua interpretación ("no he venido a traer la Paz sino la Espada") no hay en todo el nuevo testamento una sola invitación a perseguir a los no cristianos, ni a constituir una alianza entre los dignatarios de la Iglesia y el poder; por el contrario, hay varias expresiones y gestos de Cristo que apuntan en sentido contrario.

Por otra parte, ya desde el libro del Génesis, con la desobediencia de Adán y Eva queda establecido que el hombre es libre y que debe asumir las consecuencias de sus actos, y esta idea está implícita en todas las escrituras.

Podemos decir entonces que la Iglesia Católica, al formar una alianza con el poder y perseguir a los que no sigan sus dogmas y normas, está traicionando las enseñanzas de su fundador. En cambio, el fundador del Islam, Mahoma, en el Corán, hace numerosos y explícitos llamamientos a construir una sociedad totalmente islámica, a castigar a los que no siguen las normas del profeta, a colocar en una situación secundaria y sin derechos a cristianos y judíos, y a exterminar directamente a los que profesen las religiones paganas.  El Corán promueve la guerra santa y detalla una ley ("Sharía") por la cual debe regirse toda la sociedad.  Además el Islam es fatalista por su creencia de que las vidas de los hombres "ya están escritas" en un libro de Alá, que todo lo que nos sucede está pasando porque está escrito; somos así títeres inermes guiados por un dios incomprensible y cruel.

El cristianismo tenía entonces en sí una posibilidad, un germen de regeneración que permitió que las sociedades terminaran por sacarse de encima los aspectos más tenebrosos de esa religión y avanzaran hacia las formas del arte y la ciencia que surgen de la sociedad libre, mientras que las sociedades islámicas en gran parte siguen fosilizadas en la Edad Media, siempre iguales a sí mismas. ¿Quién es el Newton, el Darwin, el Mozart del Islam? No aparecen por ningún lado.

Hace unos tres años estuve en Londres y me quedé perplejo al ver que hay barrios enteros (Whitechapel, por poner un ejemplo) que parecen más un barrio de Damasco o de Islamabad que una parte de Londres.  Me comentaron también que las mujeres no musulmanas que viven en ese barrio tratan de mudarse lo antes posible, y mientras tanto deben ir cubiertas para no tener que sufrir insultos y acoso de parte de los hombres musulmanes del vecindario.  Una noche fuimos a comer (eramos cinco amigos) a un restaurant árabe de la zona musulmana, que era pequeño y tenía un pasillo central con una fila de mesas a cada lado; en una de las filas, había tres hombres sentados; en la otra fila, tres mujeres. Luego nos dimos cuenta de que los tres hombres eran los maridos de las tres mujeres, y las manejaban sin una palabra, sólo con la expresión de la mirada.  Sin pensarlo nos sentamos del lado del pasillo donde estaban las mujeres ... las miradas amenazantes de los maridos, de los que atendían las mesas y hasta del que estaba en la caja nos dejaron helados, pero no nos movimos de nuestro lugar, hasta que finalmente las mujeres se levantaron y se sentaron del mismo lado que sus maridos.

Y creo que esto resume todo el problema: la pretensión explícita de los musulmanes de que todos deben ser musulmanes y de que todas las sociedades deben regirse por la sharía.  Yo no tengo problemas con que lleguen inmigrantes de Siria, pero que sepan que si queman a la esposa con agua hirviendo porque le puso demasiada sal a la comida, van a ir a la cárcel sí o sí, no importa lo que diga el Profeta. Y que si venden a su hija de 9 años a un tipo de 60 para que la tome por esposa estarán cometiendo un delito y deberán pagar por él; y que de ninguna manera aceptaré que vengan a imponer a mi sociedad las normas de comportamiento que escribió un pedófilo psicópata y homicida allá por el siglo VII.

Y si hay que ir de la ceca a la Meca, me quedo en la ceca.