viernes, 21 de noviembre de 2014

Perdón, mamá..

Buen día, mamá. Hace unos días que quería escribir para pedirte perdón por algo.  No, no es por eso que estás pensando, no te hagas ilusiones. Es por otra cosa que, creo, ni te imaginás, así que te tengo que contar de qué se trata.
Yo tendría...¿Nueve?¿Diez? años y vos tenías que llevarme al odontólogo en el Hospital Ferroviario de Retiro: una excursión a las fuentes del Rio Amazonas, jornada completa. La mañana del día anterior, antes de que yo saliera para la escuela, cortaste una hoja de cuaderno y escribiste una nota para la maestra, explicando por qué al día siguiente no iba a ir a clases; doblaste la nota, la abrochaste con un alfiler y me la diste.  Yo había leído lo escrito, que tenía cosas como "bamos" o tal vez "hir", así que al entregársela a la maestra me daba mucha vergüenza que viera tus faltas de ortografía.
No fue la primera nota tuya que tuve que llevar a la escuela; siempre me daba la misma vergüenza, y no faltó alguna maestra que comentara "¡Cuántas faltas de ortografía tiene tu mamá!" en voz alta delante de mis compañeros, que se reían aunque sus padres no escribieran mejor que vos.
Abramos un paréntesis: (sí, ya sé, mamá, me lo explicaste mil veces: fuiste menos de un año a la escuela,  después con tus hermanos al campo, a cosechar maíz, desmalezar con la azada, ordeñar las vacas... No existía UNICEF, ni las estrellas de rock que se promocionan apoyando causas humanitarias.  La infancia de ustedes fue dura, gris, amarga y triste, una infancia que no fue infancia.  No tuvieron, no supieron lo que era, no imaginaron siquiera los picnics del día del estudiante, ni los viajes de egresado de séptimo o quinto, ni nada que se pareciera. Y con todo eso, milagrosamente, resultaron ser buenas personas, con limitaciones, si, pero gente que se hizo cargo de su vida y de la de su familia, y que salió para adelante trabajando, lo que, considerando lo que tenemos que ver hoy en día, es mucho decir. Pero cerremos el paréntesis,alguno puede creer que estoy a favor del trabajo infantil y se va a armar una trifulca que no me interesa, porque yo quería hablar de ortografía). Cerramos el paréntesis.
Pasaron los años, fatales y veloces.  Hoy existen las redes sociales; vos no las conociste, pero creo que donde estas ahora podés ver y entender casi todo y ya sabrás de que se trata; si no, otro día te explico. En las redes sociales los participantes escriben mensajes que ven todos aquellos que ellos aceptan como sus conocidos o amigos.  Ahí me encuentro con gente que, después de siete años de escuela primaria, cinco años de secundaria y cinco o más de universidad, escriben como escribías vos.  Es gente que no fue a los siete años a cosechar maíz, que tuvo todo el tiempo del mundo para aprender a escribir decentemente, pero  lo hace de cualquier manera.  Me parece que esto es mucho peor; vos escribías así porque no sabías hacerlo bien, éstos lo hacen porque no les importa nada, les da todo igual, aunque en cualquier discusión estén siempre listos para cerrarte la boca con sus licenciaturas, postítulos, posgrados y maestrías.  Vos, mamá, decías "haiga" y "estea" y sin embargo, decías también "si yo tuviera tiempo iría..." en vez de decir, como estos brutos "si yo tendría tiempo...". 
Hace unas semanas, una compañera de trabajo estaba leyendo el currículum de un postulante para un puesto en la empresa, y me lo alcanzó con una sonrisa particular. Lo leí:  no podía creer la cantidad de errores de ortografía, especialmente tratándose de un profesional.  Mi compañera me dijo: "No sé que hacer, porque el perfil es perfecto, tiene los conocimientos que necesitamos...".  Lo pensé un momento y le dije: "Yo creo que una persona que, cuando escribe el currículum para postularse en un empleo, ni siquiera se toma la molestia de pasarle el corrector ortográfico, no le da importancia a hacer bien las cosas, no tiene una ética de trabajo" (¿Vos ya sabías que ahora, escribiendo en una computadora, tenés un botoncito que te revisa y corrige la ortografía en segundos, no?).
Asi que, mamá, te quiero pedir perdón por haber sido demasiado severo con vos. Un beso. De todos modos, si ahí donde estás hay una biblioteca, pegale unas repasaditas al diccionario, porque hasta en el cielo es importante escribir bien. Además, ahora tenés mucho tiempo y donde estás no necesitás amasar pasteles para juntar unos pesos.