martes, 10 de abril de 2018

La Casa de Papel (Higiénico): 1

Antes de ayer, domingo, terminé de ver La Casa de Papel, la serie de Netflix que tanto dio que hablar.  No me gustó para nada, pero algunos amigos en cambio han dicho que le pareció la mejor serie que hayan visto.  Cada uno tiene sus gustos y sus opiniones, y aquí voy a volcar los míos.  Mis razones para que la serie me parezca realmente mala se pueden clasificar en tres grandes grupos: 1) argumento flojo y lleno de baches y cabos sueltos, 2) pobreza de la interpretación de los actores y 3) el intragable discurso ideológico.  Voy a explicar cada uno por separado y lo voy a hacer en tres posts.

1) Argumento flojo y lleno de baches y cabos sueltos.

Muchas, muchas veces he pasado por esto: estoy viendo una película en la que un delincuente tiene secuestradas, atadas y amordazadas a una mujer y su hija. El esposo de la mujer y padre de la nena no está ahí, pero en un momento determinado aparece inesperadamente, por detrás del secuestrador y sin que éste lo vea.  Casualmente hay un tubo de hierro bastante pesado sobre una mesa cercana, y él lo toma.  Ahora bien, ustedes, ¿Qué harían en lugar de este hombre? Bueno, yo agarraría el tubo, primero le sacudiría al secuestrador en la nuca para desmayarlo y después le seguiría dando hasta que su cabeza quede convertida en algo parecido al puré de tomate.  Eso haría. Después desataría a mi mujer y mi hija, y les quitaría la mordaza. Pero en la película no pasa nada de eso, de ninguna manera. El marido-padre-héroe, empuñando el tubo como si fuera a golpearlo, le empieza a hablar al secuestrador: "... Suelta el arma .... ¿Creíste que podías salirte con la tuya?" lo que le da tiempo al secuestrador para contestarle, distraerlo, arrebatarle el tubo etc.  En otra variante el marido-padre-héroe golpea al secuestrador con el tubo EN LA ESPALDA, aturdiéndole momentáneamente; entonces corre a desatar a su mujer y su hija, las abraza y las besa, ellas lloran y, claro, se ve detrás cómo el secuestrador se levanta, toma el arma, reduce al marido-padre, etc.

Cuando me encuentro con esta escena en una película me levanto y voy a leer un libro o a regar las plantas, porque me parecen una falta de respeto estas tramoyas que sólo buscan estirar media hora más una mala película que tendría que haber terminado veinte minutos antes.

Pues bien, la Casa de Papel no tiene una escena de estas; tiene como cincuenta. A Tokio la sacan en una camilla castigada, ella se obsesiona con matar a Berlín pero después decide volver y reconciliarse, para lo cual se lanza con su moto entre una selva de francotiradores (¿No se supone que un francotirador es capaz de arrancarle una pata a una hormiga a 300 metros?) sin que le acierte ni una bala, sin que la rocen, sin que la despeinen siquiera.

Supuestamente Moscú era un bruto al que lo llevaron para cavar el túnel, pero salvo unos pocos minutos al comienzo de la primera temporada, en la que se lo ve trabajando, se pasa el resto de la serie paseándose o pescando in fraganti a su hijo, el bestia de Denver, mientras le da masa a Mónica.  Dicho sea de paso, después de que Denver y Mónica se cansaron de tener sexo por todos los rincones, en el último episodio Denver va a revisarle a Mónica sus heridas, y pudorosamente se da vuelta para no mirar mientras ella se baja la ropa.

La banda cuenta entre sus integrantes con la mejor falsificadora de billetes del planeta, y la tienen para imprimir billetes en la Casa de la Moneda, con las máquinas, las planchas, la tinta y el papel auténticos de la Casa de La Moneda.  Para falsificar así no hace falta una falsificadora; con una mucama recién llegada a Europa como inmigrante ilegal bastaba.

Uno de los atracadores es un hacker extraordinario que, llamativamente, no muestra en ningún momento sus sensacionales habilidades, y se limita a custodiar con una ametralladora a los rehenes, y sacudirle a Tokio cuando se presenta la ocasión, y cuando no se presenta también. Todavía nos deben una explicación del aporte que hizo al atraco, tal vez porque el director o el guionista no tuvieran muy claro qué hace un hacker, y no tuvieron tiempo de averiguarlo. 

Vayan mi saludo y respeto por la resistencia física de los rehenes que después de dormir cinco días en el piso y bajo la tensión constante y el temor por su vida, al final de la serie parecen recién salidos de un spa.  Yo me desperté con un camión que pasó frente a mi casa a las 4:00 am, y hoy tengo una cara de muerto en vida que no se puede creer.

Dejo en el tintero un sinnúmero de inconsistencias o groseras muestras de ignorancia, pero no puedo pasar por alto un punto decisivo: el dinero.

Si vamos a calcular el volumen y peso de casi 1.000 millones de euros, hay una imposibilidad física de transportarlos usando esa cantidad de gente y en el poco tiempo que pasó entre que terminaron el túnel y la policía ingresó a la casa de la moneda.  Pero dando por sentado que se salvó esa limitación: ¿Qué hicieron después? Si vamos a dividir el botín entre los participantes, y supondremos que en partes iguales porque al fin y al cabo el profesor es comunista y está por la igualdad, cada uno tendría cerca de 100.000.000 de euros. El volumen y el peso son prácticamente inmanejables para una sola persona; ni hablar de sacarlo del país porque implica un montón de valijas casi imposibles de pasar por los controles de un aeropuerto.  Los lavadores de dinero saben que los billetes en efectivo son la prueba de su delito y por eso buscan convertirlos en otra cosa de todas las maneras posibles. Pero una cosa es un narcotraficante que busca lavar 1.000.000 de dólares y otra muy distinta un atracador tratando de hacerlo con 100.000.000 de euros; en España sería imposible porque todos los sistemas estarían alertados, y como vimos, sacarlos resulta sumamente difícil. Cualquiera que haya tratado de comprar un departamento o una casa con más de 10.000 dólares en efectivo lo sabe bien: se le pedirá una justificación del origen de los fondos.  Lo mismo vale para el intento de depositar esa suma en una cuenta. Pueden presentar un documento falso una vez, dos, diez veces, pero en alguna de esas va a fallar. Tal vez lo único que les queda es esconder el dinero y gastar de a poco, siempre con el temor de que alguien descubra el escondite. Me dirán que muchos políticos han lavado sumas muy superiores, y es cierto; pero se trata de personas con poder político que controlan o influyen sobre jueces, organismos de seguridad y de prevención de lavado de dinero, lo que no es el caso de los atracadores.  Es verdad que el Profesor y sus secuaces podrán corromper algunos jueces y varios policías, pero todo eso implica que cada vez haya más gente que los conoce e identifica, que sabe quiénes son y lo que han hecho, más agujeros que tapar, más potenciales eslabones débiles en la cadena.

Bueno, me dirán: "Es una película, es una serie". Estoy de acuerdo en que uno no puede pedir en una serie o película que todos los detalles cierren; pero yo al menos espero un argumento más sólido y consistente.

En el próximo post me ocuparé de los actores.