miércoles, 23 de agosto de 2017

lunes, 3 de julio de 2017

Aquellos veranos...

Los veranos eran indefectiblemente en Henderson, salvo una o dos veces que fuimos a Alta Gracia, donde había una colonia de vacaciones para ferroviarios.  A Henderson íbamos a veces papá, mamá, Esteban y yo; cuando Esteban entró en la adolescencia, naturalmente, ya no nos acompañó. Las últimas veces fuimos papá y yo solamente.  Desde ya, se viajaba en tren. Todavía existía el ramal a Carhué, que en el momento de su creación se llamó Ferrocarril Midland (todos, empezando por mamá, lo llamaban "El Mirlan"). Hace cerca de cuarenta años que no existe, pero yo tengo muy presente el trayecto, ocho horas de traqueteo sobre las vías deterioradas, estación tras estación pespunteando la monotonía de la llanura.  Recuerdo todavía los nombres: Enrique Fynn, Almeyra, Ingeniero Williams, González Risos, San Sebastián, Ingeniero de Madrid, Ortiz de Rosas ... en Ingeniero Williams vivía una hermana de mi tía Nelly, cuyo esposo era jefe de estación allí, y cada vez que pasábamos mamá sacaba el cuerpo por la ventanilla para ver si ella estaba en el andén e intercambiar unos saludos. La mayor parte de las estaciones era simplemente eso: un edificio ferroviario frente a la pampa infinita, a lo sumo un almacén enfrente y cuatro o cinco casas.  La línea no tocaba localidades de importancia como podrían haber sido ser Mercedes, Chivilcoy o 9 de julio; las únicas poblaciones de consideración eran Carhué, Henderson y Dudignac.

Carhué y sus aguas salobres eran un destino favorito de muchos italianos llegados después de la segunda guerra, y era común verlos en viaje, acompañados por sus mujeres vestidas de negro, ellos desafinando canciones napolitanas, ellas tal vez rezando el rosario en silencio.

Las ocho horas de viaje eran un constante aspirar de polvo y semillas de cardo; a veces recibíamos la bendición de un día lluvioso que aplacaba la polvareda, o bien la maldición de la quemazón de malezas que hacía el ferrocarril para despejar las vías, y que dejaban montañas de ceniza y carbonilla que entraban al tren y se posaban sobre la ropa y la piel.

Papá y mamá no coincidían en los objetivos que los llevaban a Henderson. Para mamá, se trataba de visitar a los parientes y conocidos, largas conversaciones acompañando al mate a la tardecita, en los patios de pueblo; para papá, se trataba de ir al campo.  Por algunos años mi tío Guillermo trabajó en una estancia, y toda su familia, es decir mi tía Neca y mis tres primas, vivían con él allí.  Para papá y para mí, visitarlos y quedarnos con ellos era la gloria; en verano, subirnos a la cosechadora en el campo de trigo, ver el cereal cayendo en las bolsas, bajo el toldo de la maquinaria que nos resguardaba del sol impiadoso de enero; recorrer los potreros viendo el ganado, los pájaros, las aves de corral... Luego mi tío se compró una casa en el pueblo, y papá y yo nos sentimos como Adán y Eva expulsados del paraíso luego de probar el fruto prohibido.

Estaba la chacra de tía Olga y tío Ignacio, y allí nos íbamos con papá, acompañados por mi primo Rubén.  Creo que jamás olvidaré esos mediodías, comiendo con la vista al campo verde de maizales, zumbando bajo la luz del sol, mojando la galleta de campo en el jugo de la ensalada de tomates más rica que comí en mi vida; las noches con las estrellas que parecían al alcance de la mano, el atardecer con el silbido melancólico de la perdiz.

Cuando viajábamos solo papá y yo, estirábamos nuestra estadía en el campo todo lo más posible, y dejábamos las visitas a los parientes para las últimas horas del último día.  No es que tuviéramos problema con la parentela, pero el campo era el campo ... Recuerdo incluso que una vez fuimos ese último día a saludar al tío Ramón ... y no estaba en casa.  ¿Cómo se lo decíamos a mamá? Cuando se lo contamos estuvo enfurruñada y con la cara larga por unos días. "¡Qué va a decir Ramón si se entera de que estuvieron en Henderson y no lo fueron a saludar!".

Esos días están llenos de anécdotas que atesoro y que tal vez algún día ponga por escrito. Y como si fuera la segunda expulsión del paraíso, un día el tío Ignacio se fué de Henderson a La Plata para atender su salud, y no mucho después nos dejó para siempre.  Esa pérdida marcó de muchas tristes maneras las vidas de todos los que estábamos cerca de él.

La tía alquiló la chacra, aunque no la casa.  Así que una vez más fuimos con papá para ver si podíamos pasar unos días en el feliz retiro del campo; pero la casa estaba abandonada, invadida de ratas y gorriones, y no se veía habitable.  Estuvimos allí el resto del día, como asimilando el golpe.  En un momento vemos acercarse por la entrada del campo un auto: eran los inquilinos del campo, los Etulain, por cierto viejos conocidos de juventud de mi mamá, que llegaban para ver quiénes eran esas personas que habían entrado en la vivienda.  Nos presentamos y conversamos un rato, nos enviaron saludos para mamá y se fueron. Al atardecer, ya no recuerdo cómo, volvimos al pueblo. Y así, casi sin darme cuenta, se terminó definitivamente una parte feliz de mi infancia.



sábado, 13 de mayo de 2017

Temas para posibles presentaciones.Por supuesto recién estoy empezando a armar un Power Point, pero en cuanto me digas cuál te parece mejor, avanzo con ese.

1) Tres plagas:
1.1) cochinillas Boisduval, Origen, importancia económica, impacto. Cómo identificarlas.Forma de propagación e infestación. El ciclo de vida. Métodos de prevención y cómo  combatirlas: desde los remedios caseros hasta los insecticidas sistémicos. La diferencia entre los distintos tipos de tratamientos químicos. Precauciones de uso. La importancia de un tratamiento consistente y constante. Consejos sanitarios.
1.2) Las cucarachas: cómo atacan a las plantas y sus consecuencias. Cómo controlarlas. Medidas preventivas sanitarias.
1.3) Tijeretas: efecto sobre las plantas, cómo controlarlas y medidas preventivas.

Otro

2) Los géneros Laelia, Cattleya y Sophronitis.
2.1) Algunas generalidades sobre los nombres botánicos de las plantas.Nombre genérico y nombre  Quién clasifica y bajo qué criterios. específico. El origen del nombre de los géneros Cattleya, Laelia y Sophronitis.
2.2) El género Laelia: Laelias brasileñas y centroamericanas. El criterio que se aplicaba para clasificar una especie en el.género Laelia.
2.3) El género Sophronitis: El criterio que se aplicaba para clasificar una especie en el género. Laelias brasileñas transferidas al género Sophronitis.
2.4) El género Cattleya y el criterio que se aplicaba para colocar una especie en el género Cattleya.
2.5) El cambio que implicó el análisis por ADN.
2.6) Laelias brasileñas y sophronitis: su transferencia integral al género Cattleya. Ahora la Laelia tenebrosa es Cattleya tenebrosa, y la Sophronitis cernua como Cattleya cernua.
2.7) Las Cattleyas centroamericanas transferidas al nuevo género Guarianthe y la eliminación del género Cattleya en Centroamérica.
2.8) Especies actuales de los géneros Cattleya, Guarianthe y Laelia.
2.9) Qué pasó con los nombres de los híbridos intergenéricos.

Y otro

3) La fertilización. Presentación de un trabajo de Bill Argo de la Universidad de Michigan, Se cuenta con la aprobación del autor para hacer una presentación.
3.1) Por qué las plantas en cultivo requieren fertilizantes.
3.2) El agua, el fertilizante, el sustrato: interacción y composición química. Qué es un suelo alcalino y qué es un suelo ácido. La diferencia entre agua de lluvia, de pozo y de red de agua potable a partir del agua de río. Cómo el agua de riego y los distintos fertilizantes usados pueden cambiar negativamente la composición del sustrato.
3.3) Macronutrientes y micronutrientes: nitrógeno, fósforo y potasio. Hierro, azufre, calcio. Otros elementos químicos y sus efectos: sodio y boro.
3.4) Cómo calcular la cantidad de nutrientes a partir de la fórmula de fertilizante. Cantidad de macronutrientes mínima para un óptimo crecimiento según el tipo de planta y la época del año. Cómo preparar y aplicar la mezcla.
3.5) Fertilizantes "naturales". Sus ventajas y limitaciones.

miércoles, 22 de marzo de 2017

La maestra, esa segunda madre

Fue en ...¿1966? Yo estaba en tercer grado - en realidad, en segundo, porque en esa época, merced a uno más entre los muchos e inservibles cambios en la educación, había un primer grado inferior, primer grado superior, segundo grado, y así hasta terminar la primaria en sexto grado.

Por aquel entonces papá ya estaba jubilado y nada bien de salud, pero igual trabajaba como sereno en una fábrica; mamá, luego de atender a todas las tareas de la casa durante el día, se quedaba hasta las dos o tres de la mañana con su trabajo de modista, sacrificios adicionales que permitían arrimar unos pesos más a la famélica economía familiar.

Para alguna de las fiestas escolares (supongo que en Octubre, para esa celebración que entonces se llamaba "el Día de la Raza") las maestras prepararon una representación en la que bailaríamos vestidos como collas. En la correspondiente reunión previa, informaron a las madres que tendrían que tejer el típico gorro del altiplano, y así mamá se iba quedando cada noche, durante una semana, una media hora más trabajando en el tejido, que quedó precioso.

El día del acto escolar, cuando estábamos a punto de subir al escenario, se acercó a mí una maestra (la llamaremos la "señorita M", aunque estaba casada) llevando a remolque de la mano a una alumna suya que iba con la cabeza descubierta.

La señorita M se acercó a mí al tiempo que le decía a su alumna "este chico te puede prestar el gorro" y sin pedir permiso siquiera me lo quitó y se lo encasquetó a su protegida.  Mamá vio la maniobra y se dirigió como un misil a la señorita M: "¿Qué está haciendo?". La señorita M, con el gesto despectivo que adoptaba hacia los padres de alumnos pobres de dinero e instrucción, se encrespó y le dijo: "van a subir al escenario en dos grupos, cuando baje esta chica le devuelve el gorro a su hijo".

Minutos después subimos al escenario, todos en un solo grupo como era de prever, con lo que yo era el único entre los veinte del escenario que no tenía su gorro correspondiente. Mamá observó el número folklórico como una olla a presión a punto de estallar, mientras escuchaba a su alrededor comentarios como "Mire, ese nene no tiene el gorrito" - "ah, sí, pobrecito. Y sí, hay padres que no se ocupan... qué cosa".

Terminado el baile mamá abordó a la señorita M con toda la artillería del destructor Bismarck lista para lanzar una andanada destructora. La maestra escuchó la metralla con el habitual gesto despectivo, para al final espetarle un: "Usted, señora, ¡Tiene que aprender a compartir con los que menos tienen!"

Yo no podía saberlo entonces pero allí, ante mis ojos, en la figura de esa maestra de clase media que le sacaba algo a un pobre para dárselo a otro todavía más pobre que la halagaba y seguía a todas partes, estaba naciendo el kirchnerismo.

martes, 7 de febrero de 2017

No hay espinas sin roscas

La historia viene así: José ama la jardinería, y es especialmente aficionado a las rosas. Crea un grupo de Facebook llamado "Amo las rosas". Algunos de sus conocidos se unen al grupo, otros que encuentran el grupo al buscar "rosas" en Facebook también solicitan unirse. Por un tiempo, el grupo funciona maravillosamente; consejos para combatir las plagas de los rosales, fertilizantes, formar de mejorar el suelo. Todos postean las fotos de sus mejores plantas. Alguno comparte un artículo que encontró en internet acerca la historia de las rosas de jardín. El grupo no tiene muchas reglas porque, entre gente razonable, se entiende que un grupo llamado "Amo las rosas" está para hablar sobre las rosas e intercambiar información relacionada con ellas. Un día, un nuevo adherente al que llamaremos "Karlos", solicita unirse al grupo y José, ingenuamente, sin dudar lo acepta. Ni siquiera se le ocurre verificar su perfil, donde podría ver que no hay ni una sola foto de rosas ni nada que lo relacione con el tema. Un día cualquiera Karlos postea en el muro del grupo una consigna, o la invitación a una protesta contra (o a favor) del gobierno del momento. José amablemente le sugiere que no postee más ese tipo de mensajes, porque el objetivo del grupo es otro. Entonces Karlos sube la apuesta, y el tono, y lo acusa a José de esto y de lo otro, y le pregunta si en el grupo sólo se admite gente que piense igual que José, y si le parece bien apoyar a este gobierno antipueblo, (o no apoyar a este gobierno propueblo, para el caso). Pasan los días y algunos miembros del grupo que se unieron hace tiempo y hasta ese momento aparecían extrañamente silenciosos se unen a Karlos en su empeño de convertir al grupo en un reñidero político. Incluso alguno de los miembros originales del grupo se suben a la embestida. Los miembros del grupo que están en él por su interés en las rosas recriminan a Karlos y sus seguidores y les piden que, si están tan interesados en esos temas políticos, pueden crear un grupo especial de Facebook para discutir esos temas. La respuesta, la sabemos: más agravios, insultos, acusaciones, exigencia de respetar las diferencia políticas, etc. En este ambiente contaminado la actividad del grupo va cayendo; los aficionados a las rosas se desvinculan o dejan de seguirlo. Un día, finalmente, el creador del grupo lo da de baja. Victoria final de Karlos y los suyos, que alcanzaron su objetivo: destruir al grupo de aficionados a las rosas para que no haya otros grupos, otros intereses, otros temas, que los grupos, intereses y temas políticos que ellos pretenden imponer. Todo lo demás debe ser destruido, tierra arrasada. Porque la mentalidad fascista, totalitaria, es así: no debe haber nada en una sociedad que no sea seguir ciegamente al jefe (o la jefa). Y para el fascista criollo las rosas son cosa de putos, aunque se declare respetuoso de la diversidad de género. En cambio el facho argentino tiene al fútbol para todos, al Diego, a Marcelo Tinelli y al Papa Francisco.